Ante el desafío de encarar un espacio gastronómico de grandes dimensiones, la premisa fundamental fue, a partir de operaciones tanto en planta como en corte, obtener un espacio único con la suficiente articulación que pueda sostener distintos grados de intimidad para comodidad de los usuarios.
Esta articulación se logró a partir de la creación de tres objetos metálicos de carácter icónico y geometrías curvas que, montados sobre una plataforma, dialogan en un contrapunto formal con un cielorraso plegado de madera. El resultado es una serie de sub-espacios desde los cuales la percepción del salón va variando.
Ambos elementos, plataforma central y cielorraso, están enmarcadas por dos largas fachadas. Hacia la avenida, por los grandes ventanales y espejos que desmaterializan el cerramiento; y en la cara opuesta, por el gran mueble-fachada y un wall paper de Origamis.
A su vez, es el piso de epoxi rojo el que elemento que liga todo el espacio. De este piso se elevan, en un continuo, las dos barras, una de tragos y la otra de sushi.
Ubicado en el Palacio Alcorta, el diálogo entre lo histórico y lo nuevo ha servido de guía para la selección de materiales.