Actualmente el edificio del Marq reúne la doble cualidad de encontrarse en una ubicación estratégica en la Ciudad de Buenos Aires y a la vez tener una presencia icónica. Impregnada por la fuerte identidad que le confiere su arquitectura ferroviaria.
Es por ello que para la propuesta de la ampliación del museo hemos considerado principalmente como dialogan ambos edificios entre si. A la verticalidad tectónica del edificio existente le hemos opuesto un edificio liviano y metálico, abovedado; remembrando las bóvedas de la terminal de Retiro. Los dos edificios pertenecientes a distintos mundos y tiempos se relacionan pero no se tocan, acentuando la tensión que los une.
Asimismo, nos ha parecido importante hacer una reflexión sobre la relación del predio del Marq con su contexto, al presentarse la oportunidad de vincularlo con el reciente proyecto ganador del CEYC y convertirlo en la proa de un gran parque unificado. Haciendo de la continuación de Callao un nodo de distribución de circulaciones peatonales y lugar de encuentro. Sumado a esto, la presencia de un ciprés prácticamente en el centro del terreno donde se ubica la nueva sala, nos ha llevado a la intención de envolverlo con el edificio.
El nuevo pabellón es entonces una caparazón completamente ciega que solo se abre al ciprés, hacia el sur. Es aquí donde el interior se ilumina protegido del sol y se conecta visualmente con las expansiones exteriores. Durante la noche, esta relación se invierte, al ser el interior quien ilumina todo el deck exterior. El deck se ha concebido como una pieza que rodea la nueva sala y conecta todo el predio, plegándose para resolver los distintos desniveles. Sobre esta pieza se concentran todas las actividades al aire libre: bar, exposiciones y espectáculos.
